¡Feliz Cumpleaños, Ale!

Con  el segundo cumpleaños de Alejandro (¡¡cómo pasa el tiempo!!) he estado buscando ideas para organizar un día divertido para todos.

He recorrido al menos seis chinos buscando merchandising de Mickey, el año pasado le tocó Pocoyo. Falta que quieras un personaje para que se conjuguen todos en tu contra y sea misión imposible. Pero después de mucho buscar encontré cositas muy chulas.

El año pasado después de buscar mucho, decidimos hacerlo en la playa, aprovechando la época en la que cae y las ventajas de hacerlo al aire libre: no hay problemas de espacio, te puedes dar un bañito, los niños pueden estar a su antojo… Al final,  hemos repetido merienda en la playa. Más que nada porque seguíamos pensando que era buena idea lo del espacio, la libertad para los peques y el tiempo, que acompaña.

Montamos unas mesas (cedidas por amigos y familiares, que es de agradecer!) y sillas, un toldo de estos que cada vez más llevan los domingueros y adornamos todo con un montón de globos de colores, guirnaldas con motivos de Mickey, piñata con chuches,…  La verdad que quedó todo muy bonito. De comer hicimos sandwichs, bollitos de leche, tortilla de patatas  (¡qué sería la playa sin ella!, ¡gracias tita!), la abuela llevó empanadas y picoteo dulce y salado. Por supuesto, todo ello para hacer hueco a la TARTA de chocolate blanco y turrón (¡mis sabores preferidos!) que nos esperaba para que el nenuco apagara las dos velitas. De beber, batidos, zumos, refrescos y …cerveza! (también imprescindible para un ratito de playa). Estuve mirando el tema de las mesas dulces, hay auténticas chuladas, pero eso lo dejaré para otro año, porque ahí no he llegado. Este año, Alejandro ya ha tenido sus propios invitados: sus compis de la piscina, que en realidad fueron compis de barriga primero (en el pilates de embarazada). Así que entre las primas y los amiguitos la tarde fue muy divertida.

Los peques se lo pasaron en grande, ni que decir que se rebozaron en arena una y otra vez (en esto no caí cuando lo pensamos hacer otra vez en la playa, ya no son los bebés controlables del año pasado).  Dieron veinte mil viajes a la ducha para llenar sus cubos y poder así jugar y pisotear el barro, que es más divertido aún (¡cuánto daño está haciendo Peppa pig! jajajaja).

Aunque una celebración así tiene sus pegas. Os lo cuento porque he decidido no hacerlo más en la playa (al menos tal y como lo hemos hecho, lo mismo para el año que viene se me olvida). Primero, hace calor cuando llegas para prepararlo todo;  segundo, es difícil,  por más que lleves las cosas organizadas, encontrar las cosas y acordarte de qué llevas (un horror, después de lo que me ha costado encontrarlos,  va y se me olvidan los gorritos de Mickey!, jajajaja); tercero, están las limitaciones de hora, porque sobre las nueves comenzó a oscurecer y teníamos que empezar a recoger (la playa donde lo hicimos no tiene iluminación). No obstante, todo fue genial, todos se lo pasaron muy bien (lo sé porque sus caras lo decían) y sobre todo, y lo más importante, los peques y, en concreto, Alejandro, disfrutaron de lo lindo de su libertad de juego, de estar todos juntos, de los juguetes, de la piñata,… Este año, la mayoría de regalos han sido juguetes, como dice mi marido, regalos para Alejandro no para mí. Los hay de todo tipo: deportivos, más educativos, con música y movimiento,… y es curioso como podría deciros casi sin recordar de quien es cada uno, porque queda patente cierta parte de tu personalidad, gustos e intereses cuando haces un regalo con cariño.  Por ejemplo, mis amigas (las «psicolocas») han optado por regalos educativos y que incentivan lo cognitivo (puzzles, libros y otros juegos, que estoy loca por compartir con Ale), una de ellas también ha pensado en que vaya elegante.  Sin duda, para el papá uno de sus preferidos son los super tenis del Betis. Todos serán, sin duda, disfrutados en su momento, porque hemos guardado unos cuantos y ya se los iremos dando poco a poco, para que realmente los sepa valorar y no los tenga de adorno. Alejandro ya tiene dos años, ¡dos años! Comenzamos una etapa nueva en su vida, echo la vista atrás y son muchos los avances, aprendizajes y experiencias nuevas de las que hemos sido agentes,  partícipes y privilegiados observadores. Qué puedo deciros, la experiencia más alucinante que jamás imaginé vivir (¡merece un post!, seguro).   Ah! no quedó tarta para el día siguiente (¡con lo buena que estaba!). Hasta la próxima!